jueves, 24 de noviembre de 2011

El cuento de la manzana que explotó


Corría entre las manzanas el rumor de que si se era lo suficientemente grande, los humanos no podrían comerlas.

Las manzanas verdes decían resignadas que no había nada por hacer. Su destino era ser mordidas, hechas jugo, o de plano, ensalada.

Las manzanas rojas, sin embargo, urdieron una estrategia que no solo aseguraría su subsistencia, sino también la supremacía sobre los demás tipos de frutas, incluyendo sus contrapartes verdes.

—Líder roja —le dijeron—. Crece, crece a más no poder.
—¿Cómo he de crecer? —preguntó un poco aturdida por el planteamiento.
—Sopla, sopla hacia tu interior con fuerza.

Ella entonces comenzó a inflarse y al hacerlo, ascendió al punto más elevado del cielo y estalló. Los jugosos fragmentos se diseminaron por toda la ciudad, y todas las casas se tiñeron de un rojo delicioso.

Las manzanas verdes rieron a carcajadas al ver los planes frustrados de sus primas, las rojas.

En el aire quedaron flotando trozos diminutos de la líder roja, y bastaba con abrir la boca para degustar el exquisito néctar de la consabida frutita.

—Habráse visto espectáculo más grande —dijo un hombre.
—¡Que fenómeno! —dijo otro— ¡Esa manzana creció tanto como Madrid!
—¿Cómo qué? —preguntó el pueblerino.
—Perdón —dijo el segundo hombre—. Olvidaba que no conoces Madrid.

Al escuchar esto, el clan de las rojas decidió tomar el siguiente embarque al mayor centro de distribución de manzanas y hacer lo propio en cada ciudad del mundo.

—¿Se han vuelto locas? —dijo la líder verde—. Lo único que conseguirán es morir.
—Hemos decidido —dijo una roja—, que es mejor morir siendo admiradas, que morir en el olvido.

La manzana roja, desde entonces, es la fruta más popular. Aunque la historia de su inserción en nuestra cultura haya quedado sepultada en un rincón de nuestra memoria colectiva.

Ninguna de ellas logró inflarse, ni subir al punto más alto del cielo y estallar.

El truco —me dijo una de ellas en el supermercado—, no es ser la más grande, ni la más admirada, sino simplemente… ¡Ser manzana!



Audio disponible.

3 comentarios:

  1. Hola coloso!!!!

    Ya te escuché, tienes una voz muy bonita, y tu dicción: impecable. Precios cuento, me ha encantado!

    Besos,
    Blanca

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  2. ¡Gracias, Blanca! Tu siempre tan amable.

    Saludos :)

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  3. Jajaja... Recuerdo el cuento de Prosófagos, pero en esta lectura me gustó más todavía que en aquel momento. Posee una cierta cualidad de frescura, como si ese olor fresco de las manzanas inundara el cuento.

    Un abrazo,
    Esther

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