jueves, 24 de noviembre de 2011

El cuentista


Afanoso, el cuentista, dictaba a su pluma historia tras historia. Se quejaba de no tener el día suficientes horas, y de que los minutos se rebelaban para no ser más largos.

Le bastaba estirar el brazo para tomar la esfera en la que estaba encapsulada la historia en turno. La hilvanaba, la zurcía y la entretejía con un hilo de palabras que brotaban cual pelotas de plástico sumergidas en un lago. Cada una peleaba por su derecho a figurar en el cuento. Algunas, muy ufanas, se contorneaban al suave paso de las líneas ya escritas y recitadas por el cuentista, como si un suave cepillo las acicalara.

—¿Cómo se llama tu nuevo cuento? —le preguntó, una vez, una amiga.
—Aún no tiene nombre —dijo él—. El título es lo último en que pienso. Es la corona de un reino sublevado y autosuficiente.

El cuentista tenía la costumbre de observar con aplomo el estallar de ideas, cuya mayoría se difuminaba doliéndose por no haber visto la luz. Otras se estrellaban contra el firme piso al reventar la burbuja en que retozaban. Eran pocas las que, haciendo uso de su último aliento, se levantaban encrespadas como una ola en busca de atención.

En ocasiones, el cuentista trataba inútilmente de contener el discurrir de una historia. Había descubierto que los personajes son de carne y hueso, y que es imposible domeñarlos.

Esta mañana, al darle los toques finales a un cuento, se acercó una de las esferas. Esas que normalmente están al alcance de su mano.

—Me llamo El cuentista, escríbeme —dijo la historia.
—Pero las cosas no funcionan así —dijo el cuentista.
—¡Pues yo de aquí no me muevo! Minaré cada una de tus intenciones por escribir otra cosa que no sea yo.
—Bueno —dijo, él resignado—. Hete aquí.



Audio disponible.

2 comentarios:

  1. Qué bueno lo de la esferitas... Y las ideas/burbujas que se estrellan en el piso. Y esa historia decidida a ser contada, jajaja.

    También escuché el cuento, bien, bien...

    Un abrazo,
    Esther

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  2. Una gran calidad, Coloso, en la idea, el texto, en la lectura, en la presentación... Tienes dicción digna de un locutor profesional, envidiable.

    Por experiencia sé lo difícil que es hacer estos intentos sin ningún error. Se coló algo raro en:

    "...toques finales a un cuento, se acercó una de las esferas".

    Ese es el texto escrito, y creo que es así, la esfera se acerca al cuentista. Pero tú lees:

    "se acercó a una de las esferas", con "a"; ahora es el cuentista quien se acerca a la esfera.

    En la última línea: "dijo, él resignado", aunque podría ser, creo que se te fue la coma de sitio. "Dijo él, resignado", suena más natural y es como lo lees.

    Magnífico. Felicidades.

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